Consciente de que España hubiera sido un rival muy difícil de batir, la URSS trasladó el asunto a la UEFA y esta decretó la expulsión de España de la Eurocopa y el pase automático de los soviéticos a la fase final, donde acabarían ganando la final frente a Yugoslavia. Toda Europa conoció la noticia, lo que supuso un duro golpe al prestigio de la competición en su primera edición.